El consumo de carne es una de las realidades más controvertidas y sin embargo más arraigada en muchas culturas.
Desde que aumento el poder adquisitivo con la revolución industrial, aumento el consumo de este producto y sus derivados.
En la actualidad, son múltiples los motivos que aconsejan eliminar o disminuir drásticamente el consumo de productos de origen animal.
Desde los de carácter medioambiental: contaminación atmosférica, calentamiento global, despilfarro hídrico… 15.000l de agua por kilo de carne! sobreexplotación de las tierras de cultivo destinadas la alimentación ganadera.
Hasta los de carácter ético, por bienestar animal, o por razones de salud.
He leído y escuchado en muchas ocasiones alegatos a favor del consumo de carne, aludiendo a cuestiones de salud como que la dieta se empobrece por falta de proteínas y vitaminas como la B12.
Esto es una manera de verlo, que respeto, aunque no comparto.
Podemos encontrar ricas fuentes de aminoácidos en alimentos vegetales. Si bien no todos contienen la totalidad de los aminoácidos esenciales, el secreto está en saber combinarlos con eficacia. Se recomienda su consumo para prevenir y tratar muchos desórdenes metabólicos.
Entre las ventajas de las proteínas vegetales, podemos destacar:
- Que son más alcalinas, ya que no producen tan pH ácido como las animales.
- Se eliminan mejor por contener potasio, poco sodio y mucha fibra.
- En los intestinos fermentan, no se pudren, contribuyendo al cuidado del microbiota.
- Contienen menos grasas y las que poseen son insaturadas,
- Contienen más vitaminas, oligoelementos y antioxidantes.
- No sobrecargan el hígado ni los riñones.
- Son más baratas, para la cesta de la compra y para la tierra.
Las legumbres siempre han sido las reinas de las proteínas vegetales, que combinadas con algún cereal (arroz, mijo, sarraceno, etc.) mejoran la combinación de aminoácidos esenciales convirtiéndolas en proteínas de alto valor.
Por su alto valor nutritivo y energético, han desempeñado un papel fundamental en la nutrición humana y animal desde tiempo inmemorial.
No sólo son de fácil cultivo, sino que mejoran la fertilidad del terreno. De ahí la importante repercusión ambiental de estos cultivos, que reducen la necesidad de fertilizantes, y, por lo tanto, el ritmo de empobrecimiento de los suelos. La combinación de estos efectos aporta grandes beneficios a largo plazo en términos de conservación y de minimización de los procesos de erosión de las tierras de cultivo.
Hay que aprender a cocinarlas bien y consumirlas en las cantidades adecuadas, junto con cereales, que también contribuyen a su equilibrio nutricional.
Otros alimentos que contienen una buena cantidad de aminoácidos y que contribuyen al equilibrio proteico de origen vegetal son:
Los frutos secos y semillas, los cereales integrales y las algas. Todos ellos complementan una dieta equilibrada vegana, sabiendo como cocinarlos adecuadamente y las cantidades recomendadas de su consumo diario.
Además, tenemos otras proteínas vegetales elaboradas de forma tradicional en diferentes culturas del planeta son: El tofu, el tempeh, el seitán y el natto entre otras.
Todos estos alimentos nos aportan proteínas de calidad para que nuestro organismo pueda funcionar correctamente realizando todas sus funciones.
Aprender a cocinar todos estos alimentos e incluirnos en nuestra dieta diaria, es contribuir al bienestar de muchas vidas y a la conservación de nuestra casa: El planeta Tierra.